¿Cómo se prepara un pez?
¿Cómo se prepara un pez?
Las cocinas de La Urbana se extienden al río y están abiertas al conuco.
Tienen vivas y presentes las relaciones con la vida que llevan a ellas.
Las cocinas bogotanas apenas están reconstruyendo sus caminos hacia el río, hacia la siembra en medio del agua, que eran su origen.
En Matavén, acompañada de los niños, pesqué un hemiodo. En Bogotá, acompañada de los viejos, pesqué Capitán.
En Matavén, el camino al río vivo era era de pasos, en Bogotá, hoy, es de kilómetros.
En Matavén, dos, cuatro pasos conversados hasta el río, donde pescábamos, nos bañábamos y lavábamos. En Bogotá, un día en carro ida y vuelta, hasta las pocas lagunas aún con vida.
Cada vez más lejos está la vida.
Más lejos en el tiempo y en el espacio.
En mi Sabana fría, los abuelos recuerdan como pescaban de niños al frente de la casa. En la sabana del Orinoco, los niños me enseñaron a pescar.
Para reconstruir mi historia de tierra fría, la que me contaron los abuelos bogotanos, debí aprender a vivirla en tierra caliente.
**
Hace muchos años, leyendo antiguos recetarios bogotanos, encontré recetas de un pez Capitán. Supe que la comida principal de mi lugar de vida había sido el pescado, y mi asombro no pudo ser más grande: todos los ríos que atravesaba a diario estaban más muertos que vivos. Y yo, bogotana, nunca había oído de peces en mi río. Supe que los pueblos que vivieron hasta hace poco en mi tierra, eran pescadores y andaban en canoa, y mi tristeza por la Sabana seca no pudo ser más grande.
Empecé a preguntar y los mayores bogotanos tenían la pesca viva en la memoria. Recordaban vivamente ser niños y pescar. Supe que la inundación fue riqueza y modo de vida en Bogotá, hasta hace apenas pocos años.
Así que cuando me invitaron a compartir con un pueblo que vivía entre el agua, que tenía la inundación como modo de vida, supe que de algún modo, viviéndola a lo lejos, podría conocer mi sabana.
Los niños de la Urbana me enseñaron a pescar.
A pescar con trampas, tal como me contaban los abuelos bogotanos.
Y las palabras se hicieron materia.